TIEMPOS INCIERTOS (Y SIGUE...)

 

[Sira. Con muy buen criterio, su gesto de supervivencia elemental cuando ve y oye las noticias de la mañana conmigo, mientras desayuno]

A la gente del común (la archiconocida "masa" de ORTEGA, y animo a las víctimas de la LOGSE a enterarse bien de quién fue este hombre y su repercusión a nivel universal en la historia  del pensamiento) le importa que los  bancos públicos estén pintados con los colores del arco iris, o que en ls  fachadas de los ayuntamientos ondee la bandera LGTBI+q; también en aquellos en  los que la bandera de España está prohibida. [Y aquí, me veo obligado a ofrecer una aclaración antes de que me fusilen esas mismas masas que detesto: yo creo en las personas, por eso mismo desprecio a los colectivos, las nuevas tribus, esas que se han creado artificialmente desde el socialismo bolivariano -el español- para enfrentarlas entre ellas y favorecer al poder, para tenernos entretenidos y asustados. Creo en la peripecia vital  de las personas que buscan un hueco de satisfacción y felicidad en este piélago de incertidumbres: no me importa lo más mínimo sus inclinaciones sexuales, religiosas, ideológicas... es decir, privadas] Continúo.

           El precio del diésel (que se inventó como el combustible de los pobres; otros socialistas, en otros tiempos más esperanzados, nos obligaron a comprar coches diésel), aunque llegue a 2 euros, no tiene la menor importancia; la botella de aceite de oliva, a 9 euros, tampoco; el atraco continuo al que estás sometido en cuanto pones un pie en la calle, menos aún... Y que un gobierno que se autotitula falsariamente feminista ponga a peligrosos violadores en la calle regalándoles parte de la  condena, es sólo un bulo de fascistas... En fin. 

Entretanto la gente que madruga, soporta un jefe cabrón y tiene un afán (quizá, también, todas las condiciones para desarrollar una úlcera de estómago), continúa ocupándose de sus asuntos. Se trata de gente lo susficientemente luchadora como para no caer en las trampas del socialismo: no se traga el cuento de la emancipación universal y de una ideología que disuelve la soberanía de las naciones y convierte éstas en un conglomerado de tribus y colectivos de siglas impronunciables o directamente absurdas. Son personas, también, que no dan crédito a que una analfabeta como Irene Montero pueda llegar a ser ministra y manejar un presupuesto que en manos de gente competente e instruida haría maravillas. Lo he dicho y escrito en numerosas ocasiones y hoy lo vuelvo a afirmar: cerca ya de cumplirse los 20 años del trágico 11-M, el hecho terrible que dio la presidencia a un personaje atrabiliario como ZAPATERO, no lo olvidemos, por  favor, hoy se ven las perniciosas consecuencias de la espuria labor de semejante personaje (los 7 años posteriores de gobierno del PP de Rajoy, un cobarde que no se quiso dar un mal rato, vago y ramplón como él solo, fueron un simple interludio): la disolución de las instituciones, el descrédito de la clase política, el triunfo de los terroristas y la impunidad insultante de los que le hacen pulsos al Estado, mientras el resto, con aire de borregos prestos al sacrificio, pagamos con nuestro esfuerzo y nuestras úlceras y nuestros magros recursos la fiesta de estos criminales. Desde aquí grito: ¡Sánchez, felón, socialistas todos: nunca os agradeceremos lo suficiente! (Y espero que lleguéis a entender la ironía).

          Como observador inerme de este lamentable derribo, entiendo perfectamente lo que acaeció hace casi 90 años y la posterior dictadura, que algunos llaman terrible y para otros muchos supuso otros 70 años de paz y progreso ininterrumpidos: incluido el milagroso hecho de alumbrar una transición modélica y una democracia progresista (sólo ensombrecida por los actos genocidas de la ETA) que, resulta paradógico comprobar, los que se llaman a sí mismos progresistas se han encargado de desmontar.